martes, 18 de noviembre de 2008

El Turismo: una importante palanca para el desarrollo de nuestro municipio.




Pedro E. Viveros Pérez




La crítica situación económica por la que atravesamos los mexicanos traerá en poco tiempo cambios drásticos en nuestro modo de vida. En el caso de los huehuetecos, debido a la alza desmesurada de precios de los insumos para el campo y de la canasta básica, nos veremos obligados probablemente a abandonar las actividades agrícolas y a emigrar para satisfacer las necesidades básicas de sobre vivencia; en el mejor de los casos, los que nos quedemos valientemente a enfrentar la pobreza, tendremos que buscar la solución al problema de manera organizada planeando el desarrollo y echando mano de los recursos que estén a nuestro alcance. Es decir, estamos obligados a mejorar en todo lo que hagamos, so pena de disminuir nuestra calidad de vida y de que el juicio de la historia nos llame mediocres, o bien esperar, con la esperanza de que con el paso del tiempo surjan individuos con mejor capacidad de organización que les permita lograr el bienestar que buscamos.

Entre las actividades que debemos atender está el turismo. Como todos sabemos está íntimamente ligada a nuestra población, pues por azares del destino ó porque Dios así lo quiso Huehuetlán el Grande cuenta con un potencial de recursos naturales que a la par con la devoción al Santo Niño de la Candelaria atrae a un considerable número de visitantes que, además de dar satisfacción a sus necesidades religiosas, encuentra en nuestro pueblo la hospitalidad y el esparcimiento que buscan.

Con la pavimentación de nuestras vías de comunicación inaugurada en 1989, la demanda de servicios se incrementó y aunque esto representa una derrama de recursos que beneficia a un sector importante de la población, empero, el turismo trae consigo algunas exigencias que a la brevedad debemos atender, de manera general, la construcción de la infraestructura adecuada a la demanda de servicios, de no ser así estaríamos fomentando una industria turística irresponsable que traería como consecuencia, entre otras cosas, el deterioro de nuestro medio ambiente.

Por otro lado, como antes señalamos, ante la triste situación del campo por la rudimentaria agricultura que practicamos y por la carestía de la vida que estamos pasando que no nos permiten una vida decorosa, estamos obligados a diversificar nuestra economía y a crear fuentes de trabajo alternas que nos permitan liberarnos de la dependencia que tenemos con el vecino país del norte. Por tanto, debemos volver los ojos hacia otras actividades y empezar a planear y a establecer objetivos a corto, mediano y largo plazo, como es el caso de la industria del turismo. Como es obvio, se trata de actividades que requieren de un alto grado de organización y de una actitud de entrega y perseverancia, pero sobretodo, de la confianza en nosotros mismos para poder alcanzar los objetivos planeados.

Pensar en generar riqueza en nuestra propia tierra es sin duda una aspiración legítima y propia de los pueblos desarrollados, por tanto es necesario enfocar nuestros mejores esfuerzos hacia esos derroteros y pensar es ésta como una de las prioridades de los huehuetecos.

Es del dominio público que nuestra economía regional tiene como motor principal las remesa de dólares que recibimos de nuestros paisanos, es más, los dólares no sólo dan vida a los pueblos exportadores de braceros, sino que junto con el petróleo representan dos de los principales pilares en los que se apoya la economía mexicana. Sin embargo, nuestro orgullo e identidad nacional con frecuencia se ven vulnerado al adquirir nuevos hábitos y costumbres, así como al tener que soportar infinidad de vejaciones y maltratos de la que somos objeto por parte de los gabachos. Consideramos que éstas son razones de peso para liberarnos de esa nefasta aunque benéfica dependencia. Pero hay más, en la mayoría de los casos cuando regresamos a casa con los ahorritos para iniciar cualquier negocio, no sabemos que hacer y la bonanza que llegó momentáneamente a nuestra casa en un abrir y cerrar de ojos desaparece.

O, ¿por la pobreza que estamos viviendo en México debido a la desigual distribución de la riqueza y de oportunidades no debemos hablar de orgullo e identidad nacional y debemos agachar la cabeza ante el poderío económico de los Estados Unidos?...No se trata de cobrar a los gringos los malos tratos, mucho menos de rescatar el territorio que nos arrebataron en el siglo XIX. Muy por encima de los prejuicios y nuestra visión de los vencidos y más allá de las diferencias políticas, debemos empezar a fincar las bases para el desarrollo del municipio y el primer paso es la educación.


Sin embargo, antes de tratar de entender el presente, es necesario hablar un poco de nuestro pasado. Pues bien, en el pasado reciente Huehuetlán el Grande se desempeñó como un pueblo de agricultores y comerciantes, aunque estas actividades se interrelacionaban, no todos los individuos lograron producir y comerciar, en la mayoría de los casos seguramente se practicaba una agricultura de autoconsumo. Esto es, como estuviera asegurada en la despensa de la casa maíz, fríjol y chile en cantidad suficiente para subsistir, cualquier otro ingreso era considerado excedente y se podía prestar o vender.

Al paso del tiempo esta manera de vivir perdió vigencia ante una sociedad de consumo que indujo a las personas a adquirir nuevos satisfactores y de la que difícilmente podían sustraerse, por tanto esas actividades agrícolas de autoconsumo ya no fueron suficientes para proporcionar los medios económicos que las circunstancias exigían y en esa búsqueda se presentan como nuevas oportunidades de vida el famoso sueño americano ó, en el peor de los casos, las grandes urbes como el D.F., o la ciudad de Puebla, pero muy excepcionalmente la educación superior. Es decir, antes que tecnificar ó modernizar el campo, sin el apoyo necesario de los gobiernos para lograrlo, y ante la carencia en nuestro pueblo de profesionistas agrícolas, decidimos abandonarlo. La competencia frente a comunidades más avanzadas nos apabulló y de manera general el campo mexicano no fue, ni es actualmente, autosuficiente para satisfacer la demanda interna de granos, básicamente de maíz.

Después de nuestro fracaso al no poder generar riqueza por medio de la agricultura y el comercio de nuestros productos del campo y sobre todo ante las dificultades para organizarnos para la producción de bienes y servicios, el progreso llega a nuestra población, y a la mayor parte de la nación mexicana, por la dolarización de la economía.

Gracias al billete verde gozamos de un mejor nivel de vida, la pobreza marginal de hace 40 años hoy día ha desaparecido y hasta habrá seguramente quienes en su casa gocen de pequeños lujos, pero toda esa riqueza no es producida en México, sino en el lejano país del norte y ciertamente hemos progresado, pero, a pesar de todo, en nuestra población no hay desarrollo.

Pero, ¿Qué haríamos en Huehuetlán sin dólares? No obstante que somos un pueblo de agricultores y comerciantes, los huehuetecos no hemos sabido pasar de la agricultura de autoconsumo a la agricultura tecnificada, es más, no hemos sabido generar riqueza en ningún rubro de nuestra economía, debido básicamente a nuestra negativa para organizarnos.

Empero, la causa principal de la incapacidad para generar un mejor nivel de vida en nuestro pueblo es resultado de la escasa importancia que damos a la educación. Para demostrar esto habría que revisar las estadísticas de la presencia de nuestros jóvenes en las escuelas de educación superior y con mucho pesar veremos que es insignificante.



Hablando claro, el progreso que tenemos por la dolarización de la economía, nos ofrece bienestar pero carece de rumbo y dirección. En cambio, el desarrollo tiene como sustento principal la educación, la cual nos ofrece capacidad para organizarnos y de esta manera podamos planear los objetivos a donde queremos llegar.

Tratando de dar una definición práctica del desarrollo diremos que se trata de un objetivo a largo plazo que comienza con un cambio de actitud, seguido de un proceso de formación educativa, en el que por medio de la metodología vamos a alcanzar un objetivo determinado que finalmente va a incidir en mi modo de pensar y por ende de actuar.

La misma definición en estricto sentido, de acuerdo con la Biblioteca de Consulta Microsoft en la que se puede leer “...Considerando los logros educativos en todo el mundo, los organismos internacionales incluyen a las naciones en dos bloques diferenciados: el bloque de los ‘países desarrollados’ y el de los ‘países en vías de desarrollo’. Esta división hace referencia al desarrollo económico alcanzado por una determinada nación, que es medido con los datos del producto interno bruto (PIB) y del PIB per cápita. Otras variables no económicas, como el nivel artístico o la condición moral o política de un determinado país, son ajenas a esta definición. Sin embargo, las relaciones entre el desarrollo económico y el nivel educativo de un país son variables muy cercanas e interdependientes”. [1]

Resumiendo, no hay desarrollo sin educación. ¿Esto quiere decir que los Ayuntamientos de los pueblos como el nuestro deben estar presididos por profesionistas? No. Quiere decir, que la juventud está saliendo por la puerta falsa, es decir, estamos haciendo a un lado la educación superior y nos inclinamos por los beneficios rápidos que nos dan los dólares.

De nada sirve que el presidente municipal sea un profesionistas si la actitud de su pueblo no permite formas de organización. O bien, si el presidente profesionista desconoce los problemas sociológicos de su pueblo, es muy poco lo que puede hacer pues no habrá entendimiento ni organización y, en consecuencia, tampoco metas que alcanzar.

Por tanto, nuestro intento de organizarnos en la búsqueda de un proyecto que nos permita el fomento de la industria turística es por demás importante, pues se pretende mediante la construcción de la infraestructura necesaria, la captación de un mayor número de visitantes con la consiguiente derrama económica, pero más aun, nuestro entorno natural estará a salvo de la contaminación y la destrucción.

Concluyendo, los cambios en nuestro modo vivir consecuencia de nuestras acciones tendientes a mejorar la difícil situación en que vivimos, seguramente causaran malestar y enojo a quienes no han asimilado la necesidad de iniciar el desarrollo del municipio. Sin embargo, no hay alternativa...”O aprendemos la dinámica del desarrollo ó dejamos el cuero...”




[1] (2003) Biblioteca de consulta Encarta. Microsoft.

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